#blackouttuesday
- Jimena Ordoñez
- 2 jun 2020
- 3 Min. de lectura



Qué importante que se exprese indignación ante la muerte de una persona negra en Estados Unidos.
Qué importante que se exprese la indignación en torno al abuso de poder de las fuerzas de seguridad. Abuso que tiene su fundamento en la raza y en las valoraciones negativas injustamente asociadas a ella, e impuestas por el hombre blanco.
Qué bueno que se exprese solidaridad a miles de kilómetros publicando una imagen en negro en las redes sociales, o una foto con personas negras marchando, y acompañadas por los hashtags #blacklivesmatter #justiceforgeorgefloyd #blackouttuesday
Pero no hace falta irse tan lejos para hablar de discriminación y de abuso de autoridad. El gatillo fácil es moneda corriente en nuestro país. La discriminación es moneda corriente en nuestro país.
Cuántas veces escuchamos frases tales como:
¡Negros de mierda!
¡A los negros hay que matarlos a todos!
¿Sabes cómo se termina el problema? ¡A los de la villa hay que matarlos a todos con un lanzallamas!
¿Cuántas veces escuchamos despectivamente llamar a alguien “el Brian” y “la Jenni”?
O la más hipócrita de todas las frases: “yo no los llamo negros por el color de piel, sino porque son negros de alma”.-
¿Cuántas veces nos indignamos por la muerte de una persona con pinta de “kako”, o de “la negra que tiene 10 hijos para cobrar el plan social”?
¿Cuántas publicaciones en las redes sociales se les dedicó a la golpiza y abuso sexual de las fuerzas de seguridad a una familia QOM esta semana?
Ni hablemos si el pobre es de países como Bolivia, Perú o Paraguay, entonces despreciativamente se los llama “bolitas”, “perucas”, y “paraguas” respectivamente.
No estoy criticando la indignación y la solidaridad mostrada por una gran cantidad de personas por la discriminación racial en Estados Unidos, porque lo que está sucediendo en aquel país, es el hartazgo de una parte de la sociedad por el sometimiento sufrido históricamente. Es un problema social profundo, que necesita de un cambio radical.
Estoy simplemente tratando de que reflexionemos sobre la realidad que nos atraviesa todos los días en esta parte del mundo. En este país, las clases están racializadas, porque como dice Mario Margulis: “Lo que se pone de manifiesto es que el fenómeno del racismo no está anclado en la idea de raza: se refiere -y también lo ha hecho históricamente- a grupos humanos a los que por diferentes razones se ha descalificado, inferiorizado, maltratado o excluido.” (Mario Margulis. La Segregación Negada. 1998: 42). Y esto lo vemos todos los días en la realidad de nuestro país, en el que se estigmatizan grupos que deben soportar la marginalidad y los abusos de autoridad, sino ¿por qué existe la marcha de gorra? Mario Margulis y Carlos Balvedere dicen: “En América Latina es posible apreciar que a medida que se desciende en la escala social, se oscurece el color de la piel” (Margulis/Balvedere. La Segregación Negada. 1998: 79). Y es que en esta parte del mundo la discriminación está relacionada a la pobreza, pero también al indio, al mestizo y a los inmigrantes de países cercanos; y es una práctica que está arraigada desde la época de la colonia, expresada en la superioridad europea, y que con el tiempo terminará por derivar en la falsa idea de una sociedad homogénea descendiente de europeos. Estas concepciones fueron producidas y reproducidas hasta el cansancio y permanecen vigentes hoy en día.
Debemos hacer una fuerte auto crítica de nuestra propia forma de discriminación, de la estigmatización que realizamos sobre distintos grupos y las consecuencias que ello trae en nuestra sociedad. En el último tiempo vemos con frecuencia el uso del término “empatía” como forma de ponerse en el lugar del otro, y me parece correcto, pero más correcto me parece lo que plantea el autor citado cuando explica que “reconocer al otro como un semejante”, es reconocerlo en su diferencia, pero en igualdad de derechos y dignidad, es reconocerlo en su humanidad semejante a la propia. Y explica que solo puede crecer una persona si amplía su campo de reconocimiento del otro, aceptando como legítimas sus diferencias, y permitiendo que se expresen esas diferencias; dice el autor: “Porque si alguien está abierto hacia lo distinto y considera legítimo que los otros sean diferentes, que puedan evolucionar hacia el mundo de lo posible, también podrá el mismo cambiar, habrá un camino abierto y lícito para su propio crecimiento… La posición contraria, la intolerancia hacia lo diferente, el rechazo de las formas de diversidad que los otros pueden presentar, significa para el sujeto la condena para quedar él mismo limitado a categorías estrechas de su ser…” (Mario Margulis. La Segregación Negada. 1998: 58).
Nos invito a sincerarnos y a aventurarnos al reconocimiento del otro y a la tolerancia de la diversidad.-
Bibliografía: Margulis, M. Urresti, M, y otros (1998). La Segregación Negada. Editorial Biblos.-
Los invito a leer esta nota de Revista Anfibia:
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